Esopo era un autor romano de cuentecitos breves que trataban de demostrar una moraleja. Sus ideas hoy nos resultan en muchos casos hirientes y difíciles de aceptar en una sociedad moderna y democrática, pero esconden realidades no por viejas menos a tener en cuenta.
Hoy recuerdo la fábula del cuervo soberbio y los pavos reales.
Decía Esopo, que un cuervo volaba en su b...andada cuando observó la magnificencia y belleza de los pavos reales, allá en el suelo. Admirado y soberbio decidió abandonar su poco colorida compañía y marchar a vivir entre los pavos reales. Aprovechó que en el suelo había caídas algunas esplendorosas plumas de pavo real y se las entrelazó como pudo entre las suyas. Ataviado de tal forma corrió a mezclarse con tan deslumbrante nueva sociedad.
Hoy recuerdo la fábula del cuervo soberbio y los pavos reales.
Decía Esopo, que un cuervo volaba en su b...andada cuando observó la magnificencia y belleza de los pavos reales, allá en el suelo. Admirado y soberbio decidió abandonar su poco colorida compañía y marchar a vivir entre los pavos reales. Aprovechó que en el suelo había caídas algunas esplendorosas plumas de pavo real y se las entrelazó como pudo entre las suyas. Ataviado de tal forma corrió a mezclarse con tan deslumbrante nueva sociedad.
Volvió maltrecho y herido a su bandada que le rechazó de inmediato. "anda y vuelve con tus pavos reales, ya que nosotros te parecemos feos y despreciables."
Omitiré la moraleja de Esopo que resulta evidente para
adentrarme en una realidad actual e igualmente terrible:
Don Iñaki Urdangarín era un respetado jugador de balonmano, con una novia que le adoraba y una familia que estaba admirada con sus logros. Pero quiso ser Príncipe. No me cuenten que fue el amor, ni la Libertad. Fue la soberbia. Y disfrazado de tal deambuló un tiempo por la vida. Pero él no era un noble podrido de millones y de herencias varias. Y cuando quiso alternar en su nueva alta sociedad las plumas postizas que llevaba no le eran suficientes. Pudo permanecer en al anonimato de un segundo plano y vivir con lo puesto, Pero no había dejado tanto por tan poco. Y empezó a pavonearse como si un noble de cuna fuese. Cuando compró "su palacio" pidió prestado y entonces un noble de verdad, el verdadero príncipe, le dijo, pero donde vas desgraciado? aquí cada uno se paga su casa. Y le arrancaron las plumas postizas, y lo vapulearon como si nadie hubiera tenido nada que ver con su cambio de naturaleza, y si sobrevive, expulsado de la realeza, no tendrá a donde ir, porque todos los que le conocieron hoy se avergüenzan de él, de su soberbia y de su falta de prudencia.
Don Iñaki Urdangarín era un respetado jugador de balonmano, con una novia que le adoraba y una familia que estaba admirada con sus logros. Pero quiso ser Príncipe. No me cuenten que fue el amor, ni la Libertad. Fue la soberbia. Y disfrazado de tal deambuló un tiempo por la vida. Pero él no era un noble podrido de millones y de herencias varias. Y cuando quiso alternar en su nueva alta sociedad las plumas postizas que llevaba no le eran suficientes. Pudo permanecer en al anonimato de un segundo plano y vivir con lo puesto, Pero no había dejado tanto por tan poco. Y empezó a pavonearse como si un noble de cuna fuese. Cuando compró "su palacio" pidió prestado y entonces un noble de verdad, el verdadero príncipe, le dijo, pero donde vas desgraciado? aquí cada uno se paga su casa. Y le arrancaron las plumas postizas, y lo vapulearon como si nadie hubiera tenido nada que ver con su cambio de naturaleza, y si sobrevive, expulsado de la realeza, no tendrá a donde ir, porque todos los que le conocieron hoy se avergüenzan de él, de su soberbia y de su falta de prudencia.
Ahora si os diré la moraleja de Esopo, quien desprecia a los suyos para aparentar lo que no es, termina solo y despreciado por todos.
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