Los
dos autores de este libro incluyen en él una constante referencia al tiempo que
va transcurriendo desde que se inicia la acción. Es como esas series
televisivas que en la parte superior de la pantalla tienen un reloj para aumentar
la tensión y el estrés del espectador. Después, nos hacen reflexionar sobre la
trascendencia de Internet, esa red informática que anilla en la actualidad el
mundo, y en la que poco a poco, los ciudadanos, las industrias mundiales, y
hasta los gobernantes, van confiando sus secretos, su fortuna, y hasta su
seguridad. Lo que termina asustando al lector de este libro, por último, es que
el verdadero miedo que deberíamos sentir no es al acto terrorista que ponga una
bomba en Nueva York o en Madrid, sino que la verdadera catástrofe surgiría si
estallase en la Red.
Desde
que un visionario Kubrik en 1968 (2001 A Space Odyssey) imaginara la
trascendencia de los ordenadores en el progreso de la
Humanidad ,
han pasado apenas 40 años. En ese tiempo, el desastre que sucedió a bordo del
Discovery por el mal funcionamiento de HAL, el ordenador de abordo, podría
suceder en el mundo si la Red , el actual ordenador de abordo de la Humanidad , dejara de funcionar. Y si eso les
parece exagerado, piensen si podrían sacar el dinero si los ordenadores de su banco
no funcionaran. El peligro y la preocupación que atenaza al mundo hoy ante la crisis financiera, no sería nada si de
pronto TODOS los bancos dejaran de funcionar y, con ellos, los teléfonos, las
televisiones, los transportes, las compañías eléctricas, etc....
A
ese apocalíptico destino han de enfrentarse los protagonistas de esta
emocionante novela, y lo hacen desvelando la verosimilitud de la amenaza.
Desgraciadamente los espantosos acontecimientos que han sacudido nuestra
civilización en los últimos siete u ocho años, parece que han sido causa o
consecuencia del mal funcionamiento de las agencias de seguridad
internacionales que deberían protegernos. El terrorista más famoso del mundo
fue entrenado para ese cometido por “los buenos”. El horroroso atentado de
Nueva York debió evitarse de acuerdo con el organigrama de las múltiples
agencias de seguridad americanas. Una de ellas, se equivocó, digámoslo
indulgentemente, al asegurar lo de las armas de destrucción masiva, etc... Este
dato, pues, no pasa desapercibido a los autores, que nos platean un escenario
donde la tecnología, la profesionalidad, el heroísmo y la diligencia se enfrentan
al fanatismo, al desastre y, en definitiva, al crimen desde el mismo lado de la
frontera.
Cada
año, el mundo tiene más millones y
millones de habitantes. Cada año es más
difícil administrar los recursos necesarios para todos. Cada año, los ordenadores
dependen más de la Red y sería más difícil sobrevivir sin ellos. Y cada
año, por último, son más los que planean cómo cortar esa Red en la que estamos
suspendidos sobre el abismo. Esta novela tal vez les convenza de que ya es casi
imposible que exista un refugio natural no dependiente de la informática al que
acudir en caso de desastre.
Hoy, ya casi es posible destruir el mundo apretando un solo botón, y al final el que apretará o no ese botón de destrucción, será un hombre solo, movido por algo tan antiguo y humano como el odio o el amor.
Hoy, ya casi es posible destruir el mundo apretando un solo botón, y al final el que apretará o no ese botón de destrucción, será un hombre solo, movido por algo tan antiguo y humano como el odio o el amor.
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